El obsequio de Navidad de Trump articulado en la reforma fiscal estadounidense: un regalo rutilante para las compañías de telecomunicaciones con grado de inversión, pero solo un pedazo de carbón para los operadores «High Yield»
El 22 de diciembre del año pasado, el presidente Trump promulgó probablemente el logro más relevante de su mandato hasta la fecha al firmar la Ley de reducciones de impuestos y empleo (Tax Cuts & Jobs Act) de 2017. Las consecuencias concretas de los cambios introducidos en la ley tributaria pueden complicarse diabólicamente y ser difíciles de evaluar debido a la complejidad enmascarada de la legislación y a los convenios específicos de planificación fiscal de las empresas. Sin embargo, en líneas generales, creo que las empresas estadounidenses se beneficiarán de la notable reducción de la presión fiscal sobre sus beneficios locales y de un descenso aún mayor de los impuestos gravados en la repatriación de cualquiera de los 3 billones de dólares que se estima ganarán en sus operaciones extranjeras y que actualmente están retenidos fuera de Estados Unidos.
En el área de repatriación de beneficios del extranjero, las grandes ganadoras son las multinacionales farmacéuticas y tecnológicas que generan una abundante tesorería, ya que ahora solo tributarán a un tipo impositivo del 15,5% frente al anterior 35%. A modo de ejemplo, Apple por sí solo posee 252.000 millones de dólares de tesorería y valores brutos retenidos en el extranjero, mientras que Johnson & Johnson ostenta 41.000 millones de dólares fuera de Estados Unidos. Ahora bien, mi interés en este artículo se centra en dilucidar el efecto que tendrán los cambios fiscales en los beneficios y flujos de caja que generan periódicamente las empresas con proyección nacional que operan en el sector estadounidense de las telecomunicaciones y el cable.
La reducción de la presión fiscal nacional se logrará principalmente con la rebaja del tipo aplicado al impuesto de sociedades, que pasa del 35% al 21% de forma permanente, combinado con el aumento de la deducibilidad fiscal de la inversión inicial en inmovilizado (conocido como “amortización de la bonificación”), que pasa del 50% del coste total al 100% hasta el año 2022, reduciéndose progresivamente un 20% anual a partir de entonces hasta 2027. Como contrapartida a esto se impondrán límites en las deducciones de intereses que podrán realizarse contra impuestos (solo el 30% de los ingresos imponibles) y en la compensación de pérdidas de explotación acumuladas (80% en perpetuidad frente al anterior 100% con un límite de 20 años), aunque creo que todo esto quedará más que compensado por las anteriores rebajas de impuestos.
En este nuevo escenario los mayores beneficiarios serán los grandes operadores de teleco y cable de grado de inversión que actualmente tributan a un tipo igual o próximo al 35% y realizan cuantiosas inversiones anuales en bienes de equipo en el área de telecomunicaciones e infraestructuras de cable. En concreto, destacan Verizon, AT&T y Comcast como los grandes ganadores a tenor de sus respectivas cargas fiscales por impuesto de sociedades del EF16 (6.000 mill. USD, 4.000 mill. USD y 4.000 mill. USD, respectivamente), las cuales se preveía que seguirían aumentando a partir de 2017 debido a la combinación de crecimiento de beneficios y/o adquisiciones. El flujo de caja positivo que generará la menor presión fiscal se cifra entre 3.000 y 5.000 mill. USD para estas compañías, y aunque se prevé que un porcentaje considerable del mismo se asignará a rendimientos para el accionista, también me parece muy ventajoso el fuerte aumento del continuo flujo de tesorería disponible subyacente que podría emplearse para acelerar la reducción de la deuda, si es preciso.
Entonces, ¿qué perdedores hay en el universo de las telecomunicaciones y el cable con estos cambios legislativos? En realidad, ninguno. Aunque el potencial alcista derivado del menor tipo impositivo es limitado, al pagar ya pocos impuestos o ninguno los operadores de alto rendimiento (high yield) más endeudados, también existe un riesgo bajista limitado por las protecciones fiscales de que disfrutan estos operadores, debido a que las cargas en intereses líquidos se sitúa a un tipo igual o inferior al 30% del umbral de ingresos imponibles o, en el caso de aquellos susceptibles de exceder este umbral (especialmente los silos de crédito Optimum y Suddenlink de Frontier y Altice), por la existencia de cuantiosas pérdidas de explotación netas acumuladas que ahora son indefinidas comparado con el anterior límite de 20 años. Por lo tanto, creo que estos cambios prácticamente no tendrán efectos en los flujos de efectivo disponible (FCF) que generen los operadores de telecomunicaciones y cable «high yield» apalancados.
En definitiva, el análisis anterior me lleva a adoptar una visión positiva sobre las reformas fiscales de Trump en el caso de grandes operadores, ante el fuerte aumento del FCF que podrían generar, así como de operadores apalancados más endeudados, al ser escaso el riesgo de que pierdan sus actuales protecciones fiscales frente a pérdidas de explotación e intereses. Así pues, las compañías de telecomunicaciones y medios de comunicación estadounidenses tendrán verdaderamente un Feliz Año Nuevo en el sentido fiscal gracias al regalo de Navidad otorgado por «Santa Trump».
El valor de las inversiones fluctuará, por lo que el precio de los fondos puede subir o bajar, y es posible que no recupere la inversión inicial. Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras.
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