¿Qué hace a un buen pronosticador? Reseña de la obra Superforecasting
He pasado una buena parte del fin de semana enterrado en un excelente libro: Superforecasting: the Art and Science of Prediction (Súperpronosticadores: el arte y la ciencia de la predicción). A lo largo de la obra, Philip Tetlock y Dan Gardner describen los experimentos de Tetlock, consistentes en aprovechar la sabiduría colectiva para predecir la evolución de los acontecimientos geopolíticos y económicos. Tetlock –un renombrado sociólogo– y su cuadrilla mundial de pronosticadores voluntarios compitieron en un concurso patrocinado por la Agencia Americana de Inteligencia (IARPA, por sus siglas en inglés) a lo largo de cuatro años. Los resultados de su grupo fueron tan buenos que, tras pasar dos años, los otros cuatro equipos académicos que participaban en la competición fueron excluidos por la IARPA.
El concurso, que comenzó en 2011, requería que los equipos contestasen de forma independiente a cientos de preguntas similares a las que los analistas de inteligencia tratan de dar respuesta diariamente, como por ejemplo predecir la probabilidad de acontecimientos como la salida de Grecia de la zona euro, el surgimiento de conflictos bélicos en la península de Corea o ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes.
Los únicos requisitos para incorporarse al equipo de Tetlock –bautizado bajo el nombre de “Proyecto del Buen Juicio” (en inglés Good Judgement Project o GJP)– eran contar con una conexión a Internet, disponer de tiempo libre y estar interesado en la actualidad mundial. Los voluntarios formaban un ecléctico grupo de personas con aparentemente pocas cosas en común. Al final del primer año, el GJP contaba con aproximadamente 3.000 voluntarios cuyo juicio colectivo se empleó para generar las aportaciones del equipo a la competición. A medida que pasaba el tiempo y crecía el número de predicciones, los investigadores tuvieron la oportunidad de modificar las condiciones experimentales (para determinar qué factores mejoraban la precisión de los pronósticos) e identificar a aquellos voluntarios particularmente prescientes.
Se asignó a cada predicción una puntuación de Brier en virtud de la cual se evaluaba su precisión y grado de fiabilidad, y una vez conocido el resultado, se realizó un seguimiento de la puntuación acumulada de cada pronosticador. De este modo, aquellos individuos que sistemáticamente fuesen capaces de predecir el resultado correcto con un grado de fiabilidad del 100% recibían una puntuación perfecta de 0, y una puntuación de 0,5 representaba una serie de aciertos aleatorios o apuestas cubiertas basadas en una probabilidad del 50/50. La peor puntuación, la de 2 puntos (es decir, la más alejada de la realidad), se asignaba a aquellas personas que de manera sistemática predecían el resultado incorrecto con un grado de fiabilidad del 100%.
Transcurrido el primer año, del grupo de 2.800 voluntarios se identificó a 60 como los mejor dotados para la tarea tras haber recibido una puntuación de Brier colectiva de 0,25 (frente a la media conjunta de 0,37 del resto de participantes), y se les concedió la mención de “súperpronosticadores”. Antes del final del cuarto año, la brecha se había ampliado significativamente, y los súperpronosticadores superaban al resto del equipo en más de un 60% y al equipo profesional propio de la IARPA (el grupo de control) en más de un 40%.
Pero, ¿con qué cualidades contaban estos súperpronosticadores para poder superar a analistas de inteligencia profesionales contando con poca o ninguna experiencia previa en la materia y sin acceso a información secreta de ningún tipo? A medida que leía el libro, fui tomando notas de las características que, en la opinión de Tetlock, hacen de una persona un súperpronosticador. La siguiente es la lista (en ningún caso exhaustiva) que pude confeccionar:
- Capacidad para agrupar información procedente de múltiples fuentes
- Grado intermedio de inteligencia y alfabetización matemática
- Curiosidad y apetito por la información
- Apertura de miras
- Dosis moderada de cinismo
- Costumbre de actualizar sus pronósticos regularmente
- Predisposición a cambiar de opinión
- Humildad
Sin embargo, en lo más alto de la lista de Tetlock se encontraba la cualidad que él denomina “mentalidad de crecimiento”, que tiene que ver con el mayor interés de los súperpronosticadores en por qué acertaron o se equivocaron en sus predicciones que en el mero hecho de acertar con ellas. Los integrantes del selecto grupo asumían la responsabilidad de sus fallos y errores, y siempre buscaban formas de mejorar su actuación.
En mi caso, la gran revelación fue que la adivinación es una habilidad que puede desarrollarse y, lo que es aún más importante, mejorarse. Tal y como mencionan los autores, “incluso mejoras discretas en la capacidad de adivinación van sumando si se mantienen a lo largo del tiempo”, afirmación que lanza un pertinente mensaje a los inversores y gestores de fondos. Se trata en mi opinión de un libro fantástico que contiene muchas otras perspectivas y que aborda temas como cómo combinar y gestionar equipos de pronosticadores, por lo cual lo recomiendo encarecidamente.
Por tanto, si desean descubrir si llevan en su interior a un súperpronosticador, o si simplemente están interesados en qué cuestiones trata de predecir el proyecto en la actualidad, les animo a que echen un vistazo a este enlace.
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