Estudio de caso: ¿Podría la marca Trump afectar al precio de los bonos?

A comienzos de año realicé una evaluación macro (top-down) del posible impacto de una eventual presidencia de Trump en las remesas de los trabajadores latinoamericanos desde Estados Unidos a sus países de origen. Con la carrera electoral en plena marcha, ahora quiero adoptar un enfoque micro (bottom-up) y evaluar el impacto potencial de Trump en un bono individual vinculado a su propia organización.

En 2007, el mercado inmobiliario panameño crecía con fuerza y los precios de los inmuebles registraban subidas de doble dígito. En noviembre de dicho año, ante tal trasfondo, Trump Ocean Club realizó una emisión de bonos por importe de 220 millones de dólares a través de Bear Stearns, que inicialmente recibió las calificaciones Ba3 de Moody’s y BB de Fitch. El capital captado mediante la operación se empleó para financiar la construcción y promoción de un proyecto de alta gama en Panamá: un complejo compuesto de una urbanización en régimen de copropiedad, hotel, casino, tiendas y espacio de oficinas.

Los promotores –un holding de control panameño/colombiano– firmaron un acuerdo de licencia con la Organización Trump por los derechos de utilización del nombre Trump por una tarifa aproximada de 75 millones de dólares (basada en presunciones iniciales de ventas brutas). En el momento de la emisión, el proyecto estaba vendido anticipadamente en un 64%, con la expectativa de que el resto se habría vendido de cara a 2010. Sin embargo, varios factores complicaron las cosas tras una serie de acontecimientos. El primero de ellos –y el de mayor calado– fue la crisis inmobiliaria estadounidense y las secuelas de la quiebra de Lehman Brothers, que se extendieron a la región. Panamá es una economía dolarizada, pero una parte importante de los compradores comprometidos procedían de países cuyas divisas se depreciaron de forma significativa, entre ellos Venezuela, Colombia y Canadá. Esto llevó a algunos compradores a incumplir sus acuerdos de adquisición, y a comienzos de 2015 solamente se había vendido un 74% de las unidades. Además del trasfondo macroeconómico adverso, los excesos de costes terminaron por afectar a la capacidad del emisor para atender a los pagos de intereses y capital de los bonos.

Así, el bono incumplió en 2012 y fue sustituido por una nueva emisión con una ampliación del vencimiento hasta 2017. El nuevo bono también se halla en situación de mora, aunque el emisor ha realizado ciertos pagos de intereses y amortizaciones parciales a bajo precio. La emisión continúa cotizando en niveles de impago (distressed).

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Pese al hecho de que el emisor no ha satisfecho completamente sus obligaciones financieras a la Organización Trump (en concepto de la tarifa de licencia acordada), la marca Trump continúa utilizándose y el caso se halla en los tribunales. Es evidente que el emisor valora en gran medida el nombre Trump (el folleto informativo destaca que «un descenso del prestigio percibido de la marca Trump… podría afectar negativamente a nuestra capacidad para comercializar y vender nuestros productos», ya que la intención al emplear la marca era «potenciar la comercialización y la venta de nuestros productos inmobiliarios a particulares adinerados»). Así, las controvertidas afirmaciones de Trump a lo largo de su campaña electoral podrían tener un impacto perjudicial en la imagen de la marca, y potencialmente en la valoración de las propiedades: los compradores finales podrían optar por alejarse de un proyecto con la marca Trump e inclinarse por otras promociones en Ciudad de Panamá. Esto podría hacer que una mayor proporción de las unidades se queden sin comprador, o que se vendan a inversores a precios más bajos.

En Estados Unidos, y en base a esta idea, la aplicación Foursquare ha intentado cuantificar el tráfico peatonal en propiedades americanas con la marca Trump en el último año y medio, en base a datos procedentes de sus usuarios. La compañía ha constatado que la cuota de mercado del tráfico peatonal en inmuebles estadounidenses de Trump ha caído entre un 10% y un 15% en 2015-2016 respecto al periodo 2014-2015, sobre todo entre las mujeres y en los estados demócratas, casos en los que las caídas fueron más pronunciadas todavía. Foursquare ajustó los datos en base al número relativo de visitas a inmuebles con la marca Trump frente a visitas a propiedades de la competencia, con lo que reduce factores puntuales como por ejemplo el mal tiempo. También analizó el número absoluto de visitantes para medir si el descenso en la cuota de mercado de los inmuebles de Trump no obedeció a aumentos no recurrentes de las visitas a propiedades competidoras. Aunque tales estadísticas no son ni mucho menos científicas, sí resultan reveladoras.

Como siempre, evitar a los peores emisores en esta parte del ciclo (caracterizada por crecientes impagos corporativos y soberanos) sigue siendo un factor clave para la rentabilidad a largo plazo. Los inversores en renta fija tienen una razón adicional para estar atentos a Trump.

El valor de las inversiones fluctuará, por lo que el precio de los fondos puede subir o bajar, y es posible que no recupere la inversión inicial. Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras.

Claudia Calich

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